
COMENTARIOS SOBRE LA NEGOCIACIÓN
Fantástico, y que complexidad. Que bien que han hecho ese documental. Felicitaciones!
Solo un comentario! Lo significativo de eso proceso era la participación de las mujeres – la lucha de ellas de realmente conseguir mujeres plenipotenciarias.
Ese aspecto faltaba, y como las mujeres trabajaron juntas para ajustar el texto en lo que estaba acordado para incluir las perspectivas de las mujeres.
Marie Andersson de Frutos
Exembajadora de Suecia en Colombia
Hola mi admirada Margarita y Todo tu equipo.
Conmovió mi alma y para personas como tú y yo q lo vivimos de cerca, que sabemos tantas cosas, que a la larga son tan pocas! Esta película remueve de nuevo la calma a la que se puede llegar después de todo este duro medio siglo de guerra!
Llore y llore
Te escribo como Colombiana, orgullosa de tu trabajo transparente y podría decir de lo más objetivo que he visto, ni una palabra tuya muestra una inclinación, hecho perfecto para un documental, que es muestra este de neutralidad y objetividad, parece un video histórico y real muy bien elaborado y conducido!
Para mi alma de madre simbólica de mis hijos heridos, amputados, huérfanos y viudas y madres con hijos muertos, perdidos, desaparecidos, recordarlos un inmenso dolor, pero con la tranquilidad de que no sol olvidados!
Y mil emociones más
Ira
Rabia
Impotencia
Rencor
Esperanza
Sorpresa
Confusión
En muchos momentos diferentes de la película!
Par ami alma de artista ha sido un triunfo maravilloso a los derechos de expresión!
Para mi alma de Colombiana de a pie un documento de consulta y verdad!
Para mi alma de esposa de un héroes y parte activa de la guerra y la paz! Una alegría que se tomen todos los tópicos posibles
Graciasss
Como Colombiana, gracias por mostrarnos la historia y a mi, convencerme de que vale la pena absolutamente seguir luchando por la paz, aunque sea tan difícil, tanto, tanto, que duele igual que la guerra!
Sandra Inés Henao De Flórez
SHAMBE
“La negociación”, entre primates y aullidos
El comienzo del documental La negociación muestra en primer plano la cara antioqueña del comandante Mauricio, conocido como el Médico. Fue jefe del Bloque Oriental de las Farc, es un hombre bonachón entrado en años.
Tiene pinta de senador con varios períodos de sueño encima. Su ojo izquierdo parece caerse. Su sonrisa persistente suaviza la expectativa de los espectadores que temían una película de balacera ventiada.
Relata la primera etapa de las negociaciones, la secreta, cuando un helicóptero lo levanta de la selva y lo conecta con un avión hacia La Habana. Sus colegas del Secretariado habían aprobado los acercamientos.
Ya en la mesa, el adiestrado guerrillero aparece cerca de la holandesa Tanja ataviada con boina tipo Che. Esta no habla pero imprime primor en medio de una asistencia ciento por ciento masculina. En frente están el negociador Sergio Jaramillo y el hermano del presidente de la República Enrique Santos. El ancho de la tabla no deja ni siquiera darse la mano.
Los primeros lances dejan ver que esta cinta se inmiscuye en el detrás de cámaras de las conversaciones que duraron seis años. Instala un espía en ese lugar hermético por decisión del Gobierno. Más aún, gracias a incontables entrevistas, el país de hoy se entera de que aquellos encuentros fueron un vaivén entre rupturas y comidas de sapos.
“Nos veían como primates”, comenta el delegado fariano a propósito de los intercambios iniciales. A su juicio, la contraparte consideraba a los hombres venidos de la selva como seres anclados varios siglos atrás de lo contemporáneo.
En un momento le reclama al negociador gubernamental: “Lo que proponen es una rendición”. La respuesta es de hielo: “Pueden irse”. Después del incidente, un toc toc anuncia a alguien en la habitación del guerrillero. Es el representante de Noruega quien destraba el nudo.
Y así sigue la trama, la edición difícil de una historia demoradísima cuyo único escenario es un salón con gente conversando, bla bla bla. No obstante, la directora Margarita Martínez, periodista de guerra con vasto palmarés y con un premio gringo Moors Cabot en el bolsillo, se salió con la suya.
En efecto, echando mano de archivos, voces de entrevistados, animaciones, el filme logra una acción nerviosa. Trescientas horas de grabación se apretujan en hora y media para narrar el lapso de inteligencia que puso término al uso de fusiles en la política, en este país tan carente de inteligencia.
Quedan en la retina el paso empinado de un par de generales negociadores y los aullidos contra los “terroristas” pronunciados por un presidente eterno que a última hora de esta semana pidió bloquear la exhibición de La negociación en salas.
Los asistentes a la premier de prensa en Bogotá quedaron fríos cuando la siempre sonriente directora anunció: “Tal vez ustedes serán los únicos que puedan ver esta película”. El fantasma plebiscitario del No sigue poniendo muros entre lo dialogado y acordado en La Habana, y los corazones envenenados de los colombianos.
Por Arturo Guerrero
Publicado en El Espectador
30 de noviembre del 2018
Memorias de una negociación
El documental es pieza clave para el entendimiento del complejo proceso social que atravesó el país.
Son pocas las ocasiones en que el público de un teatro de cine estalla en aplausos después de una proyección. Este fin de semana fui testigo, quizás por primera vez en la vida, de algo semejante, mientras decenas de colombianos volvían a observar las imágenes de los diálogos de paz con las Farc, que ahora forman parte de la historia, luego de haberlas vivido durante cuatro años que parecieron una eternidad.
La historia de los diálogos de La Habana es también, en buena parte, la historia de la esperanza, la frustración y la ilusión de varias generaciones de colombianos. En ese sentido, el documental La negociación, que tanta discusión recibió en los días previos a su proyección, es sobre todo un archivo para el futuro. Se trata de una pieza clave para el entendimiento del complejo proceso social que atravesó Colombia durante la negociación con las Farc, desde una moderada distancia ante las aficiones políticas en torno al proceso que solo los años son capaces de ofrecer. El documental también les recordó a miles de colombianos que aunque el debate sobre el acuerdo se ha ido difuminando con el paso de los días, es mucho lo que aún falta en la implementación de lo pactado y en la garantía de su cumplimiento.
Al mismo tiempo, son muchas las preguntas que La negociación deja abiertas entre los espectadores, y su planteamiento se hace más que necesario en la actualidad. ¿Qué tan preparada está la ciudadanía colombiana para construir una paz duradera y perdonar a quienes han causado daño? Luego de tantas frustraciones históricas, ¿será esta la ocasión definitiva de lograr lo prometido? ¿Se ha ido perdiendo la ilusión inicial de alcanzar la paz en Colombia? Aquellos interrogantes conducen inevitablemente a conclusiones no siempre esperanzadoras, pero fundamentales si lo que se busca es que la ciudadanía mantenga el acuerdo de paz entre sus prioridades políticas.
De las revelaciones ofrecidas por el documental, creo que es necesario detenerse en una. En medio de la narración de uno de los momentos más difíciles del proceso con las Farc, luego de su derrota en el plebiscito, su directora, Margarita Martínez, explica que varios de los negociadores le contaron que durante las jornadas de renegociación estuvieron muy cerca de llegar a un acuerdo con los promotores del ‘No’. Al final, ya pensando en proyectos electorales de cara al 2018, los dirigidos por Uribe prefirieron no suscribir lo pactado y mantenerse en la oposición; un cálculo proselitista que le salió muy costoso al futuro del país, apostándole a la fragmentación de la sociedad en vez de buscar un fin de la división. Aquel momento retrata mejor que cualquier otro la naturaleza de los diálogos de paz: mientras que unos se empeñaban en pronosticar toda clase de accidentes y de infortunios, con el claro objetivo de capitalizar políticamente sus críticas, otros se mantuvieron en la misión de sacar adelante un documento que, aunque pragmático y con concesiones difíciles de asumir, fue definitivo para la reducción de la violencia.
El documental también permite conocer historias de reconciliación entre los dos bandos enfrentados en la mesa de diálogos, en medio de la nada fácil convivencia durante más de cuatro años. Su directora consiguió acceso a los más herméticos momentos de negociación, incluyendo uno de los primeros encuentros en el que, aún en medio de profunda desconfianza, los jefes de ambas delegaciones se saludaron con amabilidad y pronunciaron frases de respeto mutuo con el fin de construir una relación de confianza y cordialidad. Son esas imágenes una razón más para creer que no hay enemistades perpetuas ni conflictos imposibles de solucionar.
Ojalá los colombianos contáramos con más documentales de negociaciones de paz previas, con imágenes de sus procesos de reconciliación y entrevistas a todos sus protagonistas. Sería mucho lo que hubiéramos podido aprender de ellos, y confío en que la historia de los diálogos con las Farc pueda ofrecer herramientas y enseñanzas para las futuras generaciones. Y si bien es claro que no todos los bandos quedan satisfechos con narrativas como la del documental La negociación, no obstante su equilibrio y su distancia de posiciones más militantes, la memoria se construye desde las discusiones y el debate, tal como ocurrió en días recientes a propósito de su publicación. Para avanzar hacia un capítulo de perdón y nuevos comienzos, debe abandonarse la idea de escribir una historia oficial, única e incontrovertible y, en cambio, hay que comprender la importancia de la contraposición de narrativas opuestas y la construcción de la memoria desde la polifonía de los relatos.
Salí de la proyección de La negociación con una conclusión mayor e inquietante. Resulta más que preocupante que sea el contexto actual, a simple vista lento y estático, el más determinante para establecer si el futuro del país girará sobre el compromiso con la paz acordada o si, como consecuencia de la negación de esa tarea inaplazable, será el inicio de un nuevo ciclo de violencias. Esperemos que el horror conocido por los colombianos jamás se repita y que las ilusiones de paz logren superar todas las dificultades del proceso de implementación.
Publicado en EL TIEMPO
6 de diciembre de 2018
Lo innegociable
Permítanme les presento a la abogada y periodista Margarita Martínez: es la directora del documental La negociación. Martínez mereció el Premio María Moors Cabot 2016. El mismo galardón ha sido otorgado a periodistas como Anderson Cooper, Gerardo Reyes, María Teresa Ronderos, Miguel Ángel Bastenier y Elena Poniatowska. Para quienes tienen listo el clamor de “¡Premio castrochavista!”: también lo han recibido Mario Vargas Llosa. Y Francisco Santos.
Martínez tiene casi veinte años de experiencia en periodismo. No milita en ningún partido político. Sobre su mirada en La negociación, dice: “Hablar de objetividad es muy difícil, trabajé con rigurosidad, aferrándome a los hechos y haciendo una narrativa donde primaran las palabras de los protagonistas”.
Su relato abarca una cronología de seis años, con el objetivo de “hacer un ejercicio de memoria, que la ciudadanía tenga mayor información, mayores elementos críticos para sus posiciones políticas”.
Martínez fue autónoma en cada toma y palabra del documental.
Los fondos para la postproducción provienen de un crowdfunding digital. La producción contó con aportes del Instituto de Paz del Congreso de Estados Unidos, Humanity United, una fundación de la empresa Ebay, entre otras. El costo aproximado fue de $300 millones.
A pesar de que no ha sido proyectado en público, Álvaro Uribe trinó ayer: “Srs Cine Colombia: Faltan uds a la objetividad al facilitar que nos acusen al dr Fernando Londoño y a mi persona d enemigos de la paz. Cuando el No ganó el Plebiscito propusimos modificar los acuerdos, no eliminarlos. El Gbno desconoció el plebescito en afrenta democrática” (conservo escritura original).
En el trailer, que sí es público, se mencionan “enemigos del acuerdo”.
“No soy enemigo de la paz ni de la negociación, pero sí de las condiciones de esta negociación”, dijo el expresidente al Canal Capital en septiembre de 2012. ¿Qué son las “condiciones”? ¡Pues el acuerdo!
En la realización, Martínez le solicitó entrevista a Uribe. “Amablemente declinó”, recuerda. Resalta que el Centro Democrático le facilitó material de sus manifestaciones.
Anoche, en el Mamm, presenté el documental con su autora. Al cierre de esta columna, no hay una respuesta oficial de Cine Colombia ante la insinuación de censura. Munir Falah, presidente de la compañía, dijo que la empresa revisaría su decisión.
Pedro Vaca, director de la Fundación para la Libertad de Prensa, considera que se fabricó un “riesgo innecesario” en torno a esta proyección. En términos democráticos, es desleal que Uribe “se la cobre” a Margarita después de que ella lo invitara a hablar para el documental y él se hubiera negado. A Vaca le sorprende que Cine Colombia vacile en su decisión de proyectar: “Como sector privado, se aleja de la defensa de las libertades civiles a discreción de la opinión de un político”. También le preocupa el efecto de censura previa, pues “limita la difusión de un documental e impide que una vez publicado la ciudadanía (incluyendo a Uribe y sus seguidores) puedan tomarlo como un insumo (de muchos que hay y muchos que faltan) sobre un tema trascendente para la sociedad”. Y reconoce la gravedad del efecto inhibitorio: “Sembrar miedo para que miradas como la de Margarita se abstengan de publicar o se autocensuren”.
Cada quien puede juzgar la negociación como prefiera, aquí lo único cierto es que, en una democracia, la libertad de prensa es innegociable.
Ana Cristina Restrepo Jiménez
Publicado en EL COLOMBIANO
28 de noviembre del 2018
Lo bello, lo bueno y lo perverso / El otro lado
Omar Rincón - Extracto
El trino que mata. El dueño de la finca decidió que ese documental llamado 'La negociación', de la gran documentalista Margarita Martínez, no se pueda ver. Y todo porque no presenta su única versión, su verbo de odio con el que mantiene su poder.
Un trino de él y todo se detiene en Colombia. Este hecho demuestra que la realidad política nacional está secuestrada por él. Y él es el trino que mata.
Una forma de liberarnos es ir a ver el documental a los cines que lo tienen programado y ojalá que Caracol o RCN lo emitan para que quede en evidencia que somos más que Él, y que no somos sus súbditos.
Omar Rincón - Extracto
02 de diciembre 2018
La negociación de sentidos
¿cómo se negocia entre enemigos y qué es lo que, en realidad, se negocia?
Hace una semana, Margarita Martínez, la directora del documental ‘La negociación’, afrontaba quizás la incertidumbre propia de los que se lanzan a hacer cine en este país. ¿Cuántos días se mantendría su documental sobre el proceso de negociación con las Farc en esos horarios de mediodía y matiné que le había “concedido” Cine Colombia? ¿Funcionarían el tráiler y la estrategia de divulgación o se comprobaría la supuesta fatalidad que lleva a los empresarios a no apostarle a ese cine porque ese cine no vende?
Supongo que la directora jamás se imaginó que, en vísperas del estreno, apareciera Álvaro Uribe, el mejor jefe de prensa para su documental, con esa antigua estrategia de ventas que es la de promover una censura. El senador Uribe trinó para pedirle a Cine Colombia que se abstuviera de exhibir la película y estuvo a punto de convencer a su director, Munir Falah.
No es la intención de Cine Colombia, por “ser de entretenimiento”, seguir generando controversia y polarizando el país, manifestó el director para tratar de justificar una posible obediencia al censor, y semejante “razonamiento” se sumó al intento de prohibición uribista para producir el efecto contrario en las redes. Así, durante el fin de semana, muchas personas que quizás no hubieran tenido información sobre el estreno llenaron las salas.
Estas circunstancias que rodean el lanzamiento de ‘La negociación’ y que, a simple vista, podrían parecer anecdóticas son el telón de fondo perfecto para ilustrar las preguntas centrales que se hace el documental: ¿cómo se negocia entre enemigos y qué es lo que, en realidad, se negocia? Más allá de los puntos que contiene el acuerdo, lo que la periodista Martínez intenta escudriñar y mostrarnos, mientras esos varones se enfrentan y se miran en esas largas mesas, en medio de los ritos que la civilidad ha inventado para tramitar los conflictos (darse la mano, escuchar, anotar, tachar, suspender y reanudar conversaciones), es esa negociación de sentidos que está en juego en cualquier transacción humana y en la que, para no pasar por la fuerza bruta, se acuerda pasar por el lenguaje. Como lo muestra la controversia suscitada por ‘La negociación’, son esas versiones diversas de vida, historia, memoria, dolor y prejuicios que han engendrado tantos países irreconciliables en este país las que necesitamos seguir negociando.
Entre el crisol de versiones que recoge el documental, hay un testimonio contado a dos voces por Sergio Jaramillo, el jefe negociador del Gobierno, y ‘Mauricio el médico’, comandante del bloque oriental de las Farc. Jaramillo le cuenta a la entrevistadora que durante la fase secreta de las negociaciones se reunían en una casa “cubierta de tableros blancos”, y luego sale la versión de ‘Mauricio’, quien dice que Jaramillo era filólogo y que cambiaba una cosa y otra en esos tableros. Entonces, las Farc pidieron un tablero blanco adicional para escribir sus ideas. “Ese tablero es el de nosotros y hacen el favor y no nos lo tocan –cuenta Mauricio–. Si usted va a cambiar alguna vaina, hágala en el tablero suyo, pero la idea nuestra déjenosla ahí”.
Resulta difícil encontrar una imagen más precisa de una negociación, como el proceso de convertir en una sola versión (perfectible, como todo trabajo en proceso) los textos garabateados en esos tableros blancos. Justamente, cuando las diversas versiones de la historia pugnan entre sí, es imperativo debatirlas y mostrarlas, a través de un debate civil, sin restricciones, que reemplace el conflicto armado. Ese primer borrador de la historia que se dice que es el periodismo, lo mismo que el cine y todas las formas de contar y mirar, es hoy, como aquellos tableros blancos, más necesario que nunca.
YOLANDA REYES
Artíuclo publicado en EL Tiempo
02 de diciembre 2018
Querida Directora de La Negociación:
Le escribo desde un tren, de esos que andan a altas velocidades, entre Bruselas, la ciudad que hoy nos acoge, a Londres, ciudad en la que su amigo Sergio dará una conferencia hoy en LSE.
Imaginará usted el tema de esta conferencia. Aquí lo tengo a mi lado escribiendo las notas de lo que lleva pensando en los últimos días (años) para decir esta tarde.
Tiene ahora esa misma expresión que usted bien conoce: de concentración y máxima introspección, la misma que le ví el par de veces que fui a La Habana, y yo yo sentía que había aterrizado en Marte, o esa que portaba el día que usted le hace la entrevista en nuestra casa en Bogotá, esa primera con que abre su aparición en esa pieza de arte que usted le ha entregado a su marido, a su hija, a los colombianos y al mundo.
Yo felicito siempre cualquier cosa hecha por el ser humano, porque hacerla no es cualquier tarea, lo importante, antes de juzgar la calidad o su utilidad, es que alguien hizo algo. Lo fácil es quedarse de brazos cruzados y no hacer absolutamente nada mientras ve pasar la vida y la muerte.
Es difícil para mi abstraerme del "proceso" porque soy parte de él de la forma en la que las personas cercanas a quienes entregaron su alma allá estuvimos allá con ellos.
Y duele, y son muchas cosas las que duelen todavía, tanto que se me agúan los ojos mientras escribo y cada vez que recuerdo que en nuestro país le dijimos NO a la implementación de un proceso no solo de paz sino de desarrollo rural y político para garantizar la repetición de cosas tan atroces.
Vi el documental el martes en la noche y quería dejar pasar el tiempo para decirle lo que pienso.
Quiero agradecerle el inmenso esfuerzo que usted hizo para dejar este legado. Imagino o no puedo imaginar lo que usted entregó en todo esto. Creo que es una pieza maestra con la que debe estar orgullosa y muy contenta.
La música, la imagen, el sonido, su voz, la calidad, la calidez, son partes de la forma que es tan fundamental como el fondo.
Las imágenes escogidas, puedo imaginar el esfuerzo, el tiempo y la dedicación para hacerlas o encontrarlas, editarlas, escogerlas...
La secuencia, la ideas, los silencios, los rostros, el pasado y el presente.
El documental le da un puesto a cada cual, con voz o sin voz. Eso me gustó mucho.
Me encantó la voz que le dio a Ivan Orozco. Él hermoso, mesurado, neutral, comunitario, con un corazón fuerte y expresivo.
Me pareció muy noble como muestra la travesía y la complejidad mental del General Mora, era como pedirle peras al olmo, no sé cómo no se enfermó ese señor. Muy emotiva la escena al final con Ivan Márquez cuando Mora le entrega un documento.
Se puede ver una transformación en cada uno de ellos, así cada cual tenga la misma ropa y se siente en la misma silla.
Me entristece que un Señor como Humberto no haya sido nuestro presidente.
Me gusta el tono que le da a Santos, no soy santista pero ahí parecía un estadista, y nos dejó esto, nada más y nada menos.
Yo la felicito y le doy las gracias por dejarnos esto y por haber sacrificado tanto para hacerlo.
La felicito porque se ve su evolución en esta profesión que escogió. Es una obra madura, de alta calidad. No pare, siga haciendo esto que tanto le gusta y le apasiona, ahora es el momento de seguir. Llenenos de buenos documentales.
Le auguro y espero para usted y el documental los más fuertes aplausos.
Un abrazo,
Anama
Te cuento que ayer Angelika y yo fuimos a ver la Negociación. Nos encantó!! El teatro (Embajador) estaba repleto. Cuando terminó, todo el mundo aplaudió!! A la salida nos pidieron nuestra calificación y ambos dijimos: Excelente! De verdad, buenísimo el documental!! Muy bien logrado. Impresionante cómo lograste resumir una historia tan compleja y presentarla de una manera muy clara e impactante. Muy buenas entrevistas, también! Y chéveres las tomas internas del proceso.
De verdad, muchísimas felicitaciones!!! 👏🏾👏🏾👏🏾👏🏾